¿Qué es lo real el cambio o la permanencia?
En esta entrada, voy a realizar mi primera disertación filosófica en la que voy a intentar contestar a la pregunta: ¿Qué es lo real, el cambio o la permanencia?
¿Qué es real, el cambio o la permanencia? ¿Pueden ser ambas verdaderas? Mientras que ha habido filósofos tales como Heráclito que defendían el cambio, también han existido otros, como por ejemplo Parménides, que creían que lo cierto era la permanencia. El primero dijo que “Nunca nos bañamos en el mismo río”, porque el agua fluye, el río cambia, y con el paso del tiempo nosotros también, sin embargo, la persona que somos ahora ¿no es la misma que la que fuimos hace un tiempo? ¿Podemos cambiar totalmente? ¿Es posible convertirnos en alguien diferente a quien realmente somos?
En primer lugar voy a dar mi opinión acerca del cambio, así como mi parecer sobre la permanencia. A continuación trataré de responder a la pregunta y llegar a una conclusión, argumentando mis pensamientos e ideas.
Las personas cambiamos, no somos los mismos ahora que hace unos años, o que hace unas horas, nuestra personalidad actual no coincide con la que tendremos dentro de un tiempo, así como nuestro físico, pues también se modificará. Nuestro cambio es continuo, cada hora, cada minuto o cada segundo vemos algo nuevo, descubrimos nuevos olores, sensaciones, paisajes, que nos convierten por dentro. El tiempo hace que cambiemos también nuestro aspecto exterior, e incluso nuestras vivencias pueden hacer que nuestro físico sea diferente. Un ejemplo de esto puede ser el siguiente: cuando vivimos una enfermedad nuestra o de una persona conocida por la que sentimos mucho aprecio y nos preocupamos, podemos adelgazar, perder el color de la piel… por lo cual nos convertimos en alguien físicamente diferente. Por lo tanto vivimos una vida en la que todo es una continua metamorfosis para nosotros, para nuestro cuerpo y, así mismo, para nuestra psicología.
No obstante, mi opinión es que, aunque cambiemos continuamente, seguimos siendo las mismas personas que fuimos. Es verdad que cambian algunos rasgos de nuestro aspecto tanto físico como personal, que las vivencias nos transforman pero ¿yo no soy la misma persona? ¿el río no es el mismo río? el agua de un río corre y como decía Heráclito "Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña". No obstante, en mi opinión, aunque una parte de nosotros se modifique, nunca cambiamos del todo. Siempre hay algo que permanece. Para ser más precisa voy a recurrir a un ejemplo: hace tres años yo era de una forma diferente a como soy ahora, es decir, físicamente he crecido, mi pelo ahora es más largo así como más claro… y en cuanto a personalidad: soy más responsable que entonces al igual que he madurado. Las vivencias que he tenido a lo largo de este tiempo han dejado huella en mí, en mi carácter. Ahora soy más reflexiva, no salto a la primera, intento aprender de mis errores y también soy más desconfiada. Sin embargo, sigo siendo la misma que antes, hay características en mí que prevalecen, mi optimismo, mi alegría, mi ilusión por vivir… al igual que continúa en mí el amor que siento por algunas personas como mi familia o amigas de toda la vida. Es verdad que puede que este último se haya modificado, no obstante, continúa estando ahí.
¿Cómo es posible sino que cuando llevas mucho tiempo sin ver a una persona, a un compañero de colegio al que hace que no veías diez años y te lo encuentras por la calle pienses: “esa cara me suena” o “a ese le conozco de algo” o que quizá incluso te acuerdes perfectamente de quién es? Entonces, quizás no cambiamos tanto. Cuando vamos a un río, a una montaña… cuando vemos un monumento en una fotografía, como el Big Ben, ¿no lo reconocemos? El tiempo también hace mella en los lugares, pero los seguimos reconociendo.
En conclusión, por lo que respecta a mi opinión, creo que ambas son reales, tanto el cambio como la permanencia. Hay partes de nosotros que sufren una gran metamorfosis a lo largo de nuestra vida, sin embargo hay cosas que nunca llegan a modificarse, yo siempre seré Clara y la gente que me conoce reconocerá mis rasgos tanto físicos como de carácter dentro de varios años. Nunca cambiamos del todo, o eso es lo que yo pienso, y tampoco todo se mantiene igual, por lo tanto ambas son rales, tanto el cambio como la permanencia. Somos las mismas personas pero con cambios, algunas veces estos son a mejor, otras, a peor, pero la persona que fuimos, que somos y que seremos siempre será la misma.
Está perfecta. Ahora mismo tienes la nota máxima que puedes alcanzar por ti misma. Te falta el 1,5 puntos que vale la interacción con varios compañeros tal como marca la rúbrica que os puse. Por lo demás. Enhorabuena. Está genial. En cuanto tengas las interacciones, te pongo la nota.
ResponderEliminarPerfecto. Solo te falta interactuar. Ya puedes empezar con Laura si quieres.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu disertación filosófica porque has explicado la filosofía de los autores a través de tu experiencia personal.
ResponderEliminarMuchas gracias Claudia. Creo que es importante realizarlo así para que sea más sencillo de comprender.
EliminarEn mi opinión, sigo totalmente tu reflexión, dado que yo también pienso que a pesar de nuestro cambio físico, en esencia no dejamos de ser nosotros mismos, por lo que no existe un cambio constante, al igual que ninguna permanencia. De manera que mi conclusión se resume muy bien, tal y como indico en mi disertación filosófica, con la célebre frase que realiza el filósofo Demócrito, que dice esto: "Sólo existen átomos y espacio vacío, todo lo demás son opiniones".
ResponderEliminarGracias Cristina, sin embargo, no estoy totalmente de acuerdo con tu última frase ya que no creo que el amor, por ejemplo, al no estar formado de átomos, sea una opinión.
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